Por Pablo Vargas | pvargas@revistalevelup.com.

¿Por qué Uncharted 4 pegó tan duro a nivel emocional? Porque Naughty Dog supo que sus jugadores habían madurado. Porque Nathan Drake, el perspicaz aventurero que recorrió el mundo en búsqueda de sus más profundos tesoros, el intrépido explorador que fue capaz que enterrar en el mar la maldición de El Dorado, encontrar la ciudad perdida de Shambhala, o sobrevivir el desierto de Rub’ al Kahli es ahora uno de nosotros. 

Un tipo que paga cuentas, tiene un trabajo estable, ama su familia y no tiene presiones para llegar a fin de mes. Y al mismo tiempo, uno que sigue soñando con grandes tesoros y un mundo cargado de aventuras. Nathan, ha pasado de explorar cada rincón del orbe a leer noticias, marcar tarjeta y llegar a su casa a mirar sus trofeos con nostalgia y recuerdo. 

El inexpugnable Nathan es ahora un hombre de mediana edad que vive de glorias pasadas y que sueña con lanzarse una vez más al vacío para sentirse vivo. Porque de la misma manera en que el prólogo de The Last Us nos engancha emocionalmente con la tragedia de Joel, Uncharted 4 nos reconecta con Drake su añoranza de ese "último gran golpe". 

Porque los jugadores que crecieron con Naughty Dog, ya no son esos niños (as) de 10 años sentados todo un fin de semana frente al televisor jugando a Crash Bandicoot. Han cambiado las dosis de adrenalina y fines de semana completos de aventura, por horas de estudio, trabajo y esfuerzo. Han sustituido los controles de PlayStation por hojas de Excel para proyectos y presupuestos, madrugadas cargadas de puzzles y secretos por descubrir, por pañales que cambiar y escasas horas de juego a la semana para ir sacando de a pocos un backlog que se hace cada vez más grande en cada lanzamiento. 

Sin embargo, a pesar de los cambios y las etapas quemadas, las ansias de aventura siguen presentes en el alma. Y ahí es donde Uncharted 4 conectó con el jugador desde el primer minuto. Porque en eso radica la verdadera grandeza del final de Uncharted 4: no en un tesoro perdido o una persecución explosiva, sino en ver a Nathan sonreír sinceramente, sabiendo que no traicionó quién fue, pero tampoco renunció a lo que ahora es. 

En descubrir que la aventura no terminó, solo encontró otra forma de existir: una donde la pasión convive con la estabilidad, donde el amor y la rutina no anulan el deseo de explorar, sino que lo anclan a algo más profundo y real, con ese maravilloso epílogo nos reconcilia con nosotros mismos y nos recuerda que está bien cambiar de rumbo, que no todo lo que se deja atrás se pierde, y que a veces, lo más valiente no es correr hacia el peligro, sino quedarse, construir, cuidar. Que el verdadero legado no está en lo que conquistamos allá afuera, sino en lo que preservamos aquí dentro.

Y por eso, cuando cerramos Uncharted 4 nos golpeó tanto. Porque no sólo terminamos un juego. Cerramos un capítulo de nuestras vidas con la certeza de que, como Nathan, aún podemos vivir grandes aventuras, aunque ahora lo hagamos desde otro lugar, con otra mirada, y el corazón un poco más lleno. Y cuando los créditos aparecen, con esa música suave que mezcla melancolía y gratitud, comprendemos que no todas las historias épicas terminan con una explosión. Algunas lo hacen con una mirada al mar, una sonrisa tranquila… y la certeza de que el mayor tesoro siempre estuvo en casa.

Sigue todo el acontecer y lo mejor de la industria de videojuegos, la tecnología, los eSports y la cultura geek en Revista Level Up a través de nuestras redes sociales en FacebookYouTube y Twitter
____________________________


Postea un comentario

Siempre es un honor tenerte por acá. Gracias por compartir tu opinión con nosotros.

Revista Level Up
Revista Level Up