Por Valeria Castro | vcastro@revistalevelup.com

Película dirigida por el grandioso Guillermo Del Toro, con múltiples nominaciones entre los premios más importantes del cine, entre ellos los Oscar, Globo de Oro, BAFTA, entre más, llega a los cines para deleitarnos de un drama combinado con fantasía y romanticismo en el cual las palabras sobran.



Nuestra historia comienza con Elisa (quien es interpretada por Sally Hawkins) la cual es una chica muda que trabaja como conserje en un laboratorio, durante la guerra fría de 1963, se dice que la encontraron junto a un lago y su falta de habla se debe a una lesión sufrida de niña. Ella junto con su compañera y amiga Zelda (Octavia Spencer), al limpiar uno de los cuartos de estudio del laboratorio, descubren una criatura la cual es un anfibio humanoide.



Elisa siente afinidad y curiosidad por este anfibio, realmente le interesa ya que se siente involucrada por varias situaciones de su vida que ve reflejada en lo que vive esta criatura, pero esta relación más allá de eso, durante la película podemos observar como estos dos individuos van generando una conexión, sus sentidos se alinean, uno aprende del otro, el amor y el vínculo que desarrollan sin decir ni una palabra es algo maravilloso de ver, para los que estamos enamorados, entendemos que el amor va mas allá de las palabras, se trata de sentirlo, entenderlo y cuidarlo.

De una forma un poco perturbadora y oscura nace un amor como los pocos que hay en este mundo: -“Cuando me ve, la manera en la que me ve, él no sabe cómo estoy incompleta. Me ve por lo que soy, como soy”

-Elisa

En el camino, el Doctor Hoffstetler y Giles ayudan a esta joven a liberar  a su amada criatura, con muchas situaciones en juego, a favor y en contra de todo pronóstico logran su cometido, de igual manera no podemos obviar al coronel Strickland, el cual hace lo imposible por torturar hasta morir al anfibio. Para él las ordenes que recibe y su puesto en el laboratorio es algo que debe cumplir sí o sí, haciendo lo que sea necesario para lograrlo, su cinismo y crueldad hacen de este personaje el retrato de lo monstruoso del ser humano, sin moral, ya que lo único que le importa es el cumplir la orden de someter a eutanasia a la criatura para poder realizarle una autopsia. Por otro lado, en cierta parte su intención también es por haberle causado la pérdida de varios dedos de su mano por lo que le genera más ira hacia el “monstruo acuático”.



Al ir finalizando la trama, vemos como el anfibio deja de ser menos salvaje y comienza a entender que no todo el mundo lo ve con ojos extraños. Elisa y esta criatura evidencian gracias a Guillermo Del Toro, placeres constantemente sorprendentes, seducción a quienes se hayan sentido más a gusto en la oscuridad que bajo el brillante sol, siempre constante a su género plantea de forma clásica pero moderna en una espiral de sensualidad y misterio.

Ellos, llegan a perderse bajo la inmensidad del océano, no se vuelve a saber de ellos, ya que para Giles y Zelda, Elisa murió aquella noche en el canal donde iba a liberar al monstruo, pero renació como lo que siempre fue… una sirena, y esa es la razón de su incapacidad de hablar, él la sano, y esa lesión en el cuello eran verdaderamente branquias. En el epílogo, Giles cuenta que ellos escaparon juntos, la chica sin habla y su extraño amante. 



Saliéndonos un poco de la trama, no podemos dejar sin comentar el increíble trabajo de efectos especiales para este anfibio humanoide, simplemente espectacular, ya que no fue pantalla verde, fue una labor maravillosa la cual retracto (como hace siempre Del Toro) la belleza por lo extraño, realizando un trabajo de caracterización sobre el actor que dio vida a la extraña criatura Doug Jones, el cual esta especializado en la mímica.

El director explicó el proceso para crear a la criatura de la mano del escultor Mike Hill y del especialista Shane Mahan, para empezar, del Toro quería darle una textura real al personaje, para evitar que se viera como un hombre maquillado usando un disfraz. La meta fue darle una piel con todas las imperfecciones y detalles que un humano tendría, pero aprovechando también su relación con el agua y su naturaleza de adaptación.



Curiosamente podemos notar que la fascinación de este director por sus personajes no pasan de moda, nótese que esta criatura y Abraham (Hellboy) tienen mucha similitud, Según la teoría este último sería una versión "de mayor edad". Además la música también es un gran protagonista, nos sumerge en el misterio y la magia que esta nos presenta.

La forma del agua, una  maravilla del séptimo arte que no pueden pasar por alto, me atrevería a decir que es una de las pocas películas buenas que veremos este año, destacando en su género. 

¡Espero que les gustará este análisis con mucho entusiasmo! Me gusta escribir cuando algo realmente me apasiona, creo que debemos que compartir las joyas que nos regala el cine y dejar de ver lo malo.

Nos vemos.

Valeria Castro
Revista Level Up

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