Por Pablo Vargas.
Hope dies last. ¿Cómo se escribe de aquello que has esperado toda una vida? ¿Cómo logras retratar el imponente mar de emociones que un "simple y llano" videojuego despierta en tu interior? Casi diez años después de anunciado su lanzamiento, sentado en esta vieja silla de madera que me ha acompañado ante el paso del tiempo, contemplo en silencio el final de la madrugada. La luz de lámpara contrasta con el brillo que irradia desde el monitor. rente a mi ojos se encuentran una serie de notas que he escrito en las últimas 48 horas. The Last Guardian es todo cuanto una vez soñamos.
Vuelvo a leer las líneas recientemente escritas. Mi mente aún le cuesta creerlo. La aventura por la que esperamos tanto tiempo, finalmente ha acabado y nos ha dejado con un enorme vacío que será dificil de llenar. Cada detalle plasmado en la travesía que hemos recorrido junto a Trico y el niño, ha sido más hermoso, poderoso e interesante que lo que alguna vez nuestra mente imagino y la razón por la cual proclamo a los videojuegos como verdaderas obras de arte.De la misma manera en Shadow of Colossus e ICO nos enamoraron con sus emocionantes y poderosas historias. The Last Guardian es una intensa, emotiva e inolvidable travesía que perdurará para siempre en el tiempo y permanecerá hasta el fin de los tiempos grabada en nuestra memoria.
Ese, es el poder y la magia de los videojuegos. La razón principal por la que jugamos. Es la ansiedad ante la incertidumbre de los desconocido. El convertir el más pequeño rincón de un juego en nuestro más intimo santuario. La oportunidad de escapar a otra realidad, de recorrer mundos en que jamás soñamos y ver la vida desde otra perspectiva. La posibilidad de trazar un camino nunca antes recorrido, de experimentar un sentido de libertad absoluta de cambiar nuestra vida para siempre a través de una gran historia, logran a través de los pequeños detalles, inspirarnos y emocionarnos nuevamente como niños(as). Aquellas que tienen en sus manos la capacidad de hacernos reír o llorar, y nos hacen hoy escribir con el corazón estás líneas, nuestro análisis -sin spoilers-, de uno de los juegos más esperados de la última década.
La incertidumbre como punto de partida
Si algo puede presumir The Last Guardian, es de la capacidad de tocar de la forma más simple, nuestras emociones. La amistad de un niño desconocido con una criatura mitológica que nos acompaña en la profundidad de un encierro al que hemos sido destinados, sin explicación alguna más allá de la lógica necesidad de escapar cuanto antes de ese desolado confinamiento, es el motor que mueva nuestra historia. Con esa sencilla premisa, el título da inicio a un increíble viaje que nos nos llevará de la mano por una ágil e interesante mecánica de juego que envuelve una buena dosis de aventura, descubrimiento y resolución de puzzles, condimentada por una increíble historia entre dos amigos dispuestos incondicionalmente a dar la vida el uno por el otro.
Y esto es la baza de nuestra aventura. Desde el primer momento en que Trico y nuestro protagonista se encuentran, el vinculo entre ambos es inquebrantable y esto es algo que se ha visto perfectamente reflejado en la interacción entre los personajes. El comportamiento juguetón, errático y tierno de un "cachorro" de más de 3 metros de altura es algo que impregna la personalidad de Trico, que más allá de un mascota/compañero para ir del punto A al punto B, Trico tiene una definición muy marcada que le hace interesante desde el punto de visto argumental y jugable, comportándose de diversas formas cuando estamos junto o lejos de él.
Detalles tan ínfimos como verle rascarse a lo lejos, ir detrás de una mariposa dando enormes saltos por el escenario, meter su cabeza curiosa en una rendija mientras intentamos resolver un puzzle en otra esquina del escenario, temerle al agua pero lanzarse cabeza hacia ella en busca de comida, buscando -por sus propios medios-, camino alternativos o salientes en las cuales recostarse, es algo que nos ha capturado de principio a fin y tenemos la seguridad de que establecerá un vinculo muy especial entre el jugador y toda persona que haya amado alguna vez a un cachorro. Trico es tierno e interesante en cada centímetro de su alado y particular cuerpo, haciendo imposible no enamorarse de sus comportamientos.
"Trico es como ese pequeño cachorro que encontramos en la calle, nos sigue bajo la lluvia hasta nuestra casa y con una sola mirada, entendemos que nunca podremos dejar de amarle"
Y esto es algo que sus creadores saben y nos motivan a experimentar a través de diálogos y acciones como llamarlo, acariciarlo, alimentarlo cuando tiene hambre e interactuar con el personaje para la resolución de puzzles y poder seguir avanzando en nuestra aventura, estableciendo un vinculo entre ambos que irá creciendo de forma gradual y permitirá que la sinergia entre ambos se vea plasmada en la parte jugable, al estrecharse los vínculos entre ambos, pasar de la incertidumbre de explicarle a Trico una acción, a entender completamente los movimientos del niño, replicarlos y ser un gran baluarte en nuestra aventura, siendo piezas claves el uno hacia el otro para poder salir de nuestro lugar de confinamiento. Y para ello necesitamos a Trico y Trico nos necesita a nosotros.
La historia de un niño y su cachorro
La simbiosis entre ambos personajes es algo que el juego explota a la perfección. The Last Guardian parte con una premisa muy sencilla: No sabemos que pasó, donde estamos y porque estamos ahí. Pero debemos salir de ahí. Juntos. Y para lograrlo, tenemos que movernos a través de enormes escenarios cargados de pequeños detalles, que deberemos usar a nuestro favor para llegar a nuestro destino final. Así, nos encontraremos con verjas cerradas que podremos atravesar entre sus barrotes o darle indicaciones para que mueva, golpee o salte hacia un lugar especifico que nos permita lograr nuestro objetivo más cercano.
Para ello, Fumito Ueda y compañía han implementado un acertado control de juego que nos ayudará a movernos de forma intuitiva por los escenarios, utilizando los recursos que hemos encontrado en nuestro camino y una que otro detalle que el juego tiene preparado para nosotros que no reveleremos acá para evitar echar a perder la sorpresa. Estas acciones serán piezas claves en la forma en que nos desenvolvamos en el escenario, otorgando combinaciones entre acciones que tienen efecto en Trico y el niño, como el detalle interesante de que si usamos funciones mezcladas, podremos tener acciones combinadas. Por ejemplo usar el botón de llamada de Trico, más la acción de salto del niño, para decirle a Trico que se mueva de un lugar a otros. O aplicar el mismo concepto en el R1, más cuadrado, para decirle a Trico que de un golpe sobre algún objeto en el escenario. Todo de forma dinámica e intuitiva conforme vaya creciendo la amistad entre el niño y Trico.
"Cada detalle del juego es un fiel reflejo de que todos los años de espera, han valido finalmente la pena"
Así, el vinculo emocional entre dos personajes se ve integrado en la historia, y nos permite resolver de buena manera los diferentes acertijos, alternado su complejidad entre fáciles, difíciles e intermedios, pero sin llegar a convertirse en un viaje de campo para el protagonista, ni una tomadura de pelo ante un Deus-Ex-Machina. Como una buena novela de misterio, por más simples o complejos, la solución siempre estará delante de nuestros ojos, por lo que la clave estará en prestar atención a los más pequeños -y grandes detalles-, mirando con detenimiento todo alrededor de nuestro entorno para encontrar la clave y poder seguir avanzando.
Esa magia de los pequeños detalles es algo que también nos ha dejado con un buen sabor de boca. La interacción entre personajes en momentos de velocidad y apremio es dinámica, precisa y acertada. Aunque el juego arranca un poco lento, el título no esta lejos de una buena dosis de acción, tensión y adrenalina a lo largo de toda nuestra aventura. Por lo que esos momentos épicos que nos regaló en su momento Shadow of Colossus también estarán en The Last Guardian a la orden del día. Asimismo, también nos encontraremos con pequeños regalos visuales como lo perfectamente ejecutadas que están las animaciones y la mecánica de físicas de ambos personajes, que hacen pasar por alto algunas deficiencias en texturas de un juego que a pesar de llevar más de diez años en desarrollo, no luce desfasado con los juegos de la actual generación.
Ver a Trico saltar entre montículos, o al niño correr de un lugar a otro es algo que transcurre de forma natural y fluida, o la forma en que caen las hojas de una enredadera al subir por una pared son pequeños detalles que nos han enamorado del juego. El movimiento del viento sobre las ropas o pelaje de los protagonistas, la forma en que se mueven sus articulaciones al saltar al vacío o subir por una pared, los efectos de luz sobre el follaje, las salpicaduras de agua al saltar Trico sobre un charco, o tratar de mantener el equilibro sobre una pieza en medio de un abismo para saltar luego sobre los lomos de Trico son piezas claves en un apartado artístico que es resulta casi impecable, tanto en composición visual como banda sonora, que hacen dificil describir lo bien que se ve en movimiento el juego.
¿Una obra maestra?
No obstante, si hay algo que se le pueda achacar a una obra casi perfecta, es que el título posee un sistema complicado de manejo de cámaras que resulta un poco desconcertante en sus primeros momentos de interacción con el juego. Esto no es algo que empañe el porcentaje global, ya que es algo a lo que el jugador de se acostumbra conforme van avanzando los minutos de juegos, junto con la posibilidad de poder ajustar manualmente la sensibilidad de los mandos y lograr así reducir un poco lo brusco que resulta en algunos tramos de la cámara, especialmente en escenas de acción más trepidante que requieren un control más calibrado, pero es algo que esperamos sea corregido en su parche de lanzamiento, o en su defecto deberá ser ajustado por el usuario conforme a sus necesidades.
"The Last Guardian es una clara y concisa respuesta a la pregunta, ¿por qué amamos tanto los videojuegos?"
Donde si no reside crítica alguna es su impecable banda sonora, que ha sido compuesta por Takeshi Furukawa, y a logrado retratar a la perfección cada una de las emociones que el juego busca transmitir en nuestra travesía. Desde lo momentos de paz y tranquilidad en los que uno solamente quiere quedarse sobre lo lomos de Trico contemplando la majestuosidad del infinito, o los enérgicos ritmos acelerados que inyectan adrenalina a las épicas escenas de combate -que las hay-, misterio al adentrarnos en lo desconocido o las magistrales notas que acompañaran las escenas que nos harán reír o llorar, la BSO se complementa de forma perfecta con el resto de los apartados técnicos del juego, haciendo nuevamente que nuestro corazón se llene de emociones nunca querremos olvidar.
La duración del juego es otro detalle a tener en consideración para quienes se acerquen al título esperando una aventura que llegue a las 70-100 horas. The Last Guardian, con gran esfuerzo supera las 20-30 horas en un ritmo de juego que busque disfrutar el título por encima de correr a pasarlo, aunque de igual manera, sus desarrolladores nos motivan a hacer el clásico speed-run para sacar su respectivo trofeo. Pero eso, para quien suscribe estas palabras, no tiene nada de malo. Al contrario, buscar completarlo en una sentada, sin disfrutar esta gran oda que es The Last Guardian por nuestro amor a los videojuegos, es menospreciar y echar por menos un juego que vale la pena y que como al como al vino, se debe disfrutar con calma y despacio.
Cuando la espera vale la pena...
La luz del alba se cola entre las persianas y me cuesta creer que este escribiendo estas palabras. He completado The Last Guardian. Vuelvo a leer cada una de las palabras que colmaron nuestro borrador durante la travesía que hemos compartido con Trico y el niño en las últimas horas. Tres frases sobresalen en rojo entre las notas. Cada cada año, cada mes, cada minuto de espera ha valido finalmente la pena. Una extraña sensación de vacío y soledad nos embarga nuevamente. Hope dies last. El corazón es un mar de emociones. Una pequeña sensación entre nostalgia por querer borrar nuestra memoria para disfrutar cada pequeña emoción de nuevo y la felicidad de haber llegado al final de un gratificante y emotivo camino colman nuestra mente y memoria.
Son esas pequeñas emociones, las que hacen grande y maravilloso el mundo de los videojuegos. Son las pequeñas experiencias, la alegría, la incertidumbre y el hype lo que nos apasiona detrás de grandes obras maestras. Es la sensación de querer terminar este texto y correr nuevamente a revivir cada tramo de la aventura de nuevo. Así de poderosa es la obra creada por genDesign. Y es la razón por la cual amamos a los videojuegos, es la base de todo lo que hacemos. El día que dejemos de sentir este mar de emociones al terminar un título, más nos vale no estar vivos.
Porque mientras el corazón siga bombeando sangre, la majestuosidad del noveno arte, deberá seguir sorprendiéndonos de la misma manera. Porque más allá de la máxima errónea de que son solo mero entretenimiento, los videojuegos también son producciones para emocionar, reir y llorar. Porque al final, eso es lo que representa la obra de Fumito Ueda al final de mis notas. The Last Guardian es una obra maestra. Una jodida y grata obra maestra. Y no podemos esperar a que al completar nuestra responsabilidad laborales y familiares, la vida nos premie con el privilegio de regresar a ese majestuoso lugar en el que Trico y el niño nos esperan para sumergirnos en una inolvidable aventura.
Calificación final: Level 8 - Clásico moderno, de revisión obligatoria
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Pablo Vargas - Ingeniero industrial. Director y fundador de Revista Level Up. Autor de la novela “El Hombre de la Rosa Negra” (ULACIT, 2009), el microrrelato “Un café para celebrar” (Editorial Costa Rica 2012) y el blog "Rincón de un escritor". Actualmente se encuentra trabajando en su nueva producción "Nueve minutos para la media noche" y escribe regularmente en los blogs de la casa de 89decibeles, la revista IT Now y el periódico 'La República'.
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