Por Pablo Vargas.

Creo que no existe una persona que haya nacido en los 80’s y no conozca la leyenda del gran Rocky Balboa. El símbolo de inspiración de toda una generación de deportistas que ha cantado con el alma cada estrofa de The Eye of the Tiger mientras el sudor y el dolor se apoderan de cada centímetro de nuestro cuerpo. Su historia del underdog que contra todos los pronósticos enfrenta en dos ocasiones al campeón de pesos pesados hasta hacerse con el aclamado cinturón de campeón, ha capturado la atención de miles de personas alrededor de todo el mundo durante más de tres décadas, entrega tras entrega hasta caer en la desgracia y levantarse como el ave fénix en la que era su mejor producción -bautizada con el mismo nombre de su protagonista-, en el que excampeón del mundo regresa para una última gran pelea.


Seis años después, haciendo alarde de su leyenda, Rocky Balboa rompió los pronósticos y resucitó la carrera de Sylvester Stallone con una majestuosa obra que posee uno de los discursos más poderosas en el género deportivo, cargada de paralelismo entre la vida de Stallone y su legendario personaje en ficción, un ser que vive de las glorias pasadas y busca una última oportunidad de demostrarse asimismo que aún puede dar un poco más antes de partir, consagrándose como la mejor obra en la filmografía del actor y director estadounidense.

Por ello, cuando anunciaron que Syl buscaba regresar con Creed, una obra que ponía al hijo de su rival de antaño a modo de alumno-tutor para repetir la fórmula de éxito de sus primeras producciones, la noticia no cayó muy bien entre los seguidores de la saga que veían en la séptima entrega de la franquicia la materialización de sus temores en un film que fuera más cercano a Rocky V que a Rocky VI en un intento de incrementar las arcas financieras del otrora héroe de acción de los 80’s. Sin embargo, tras caer el telón de su primer visionado, no queda mayor duda en cuan equivocados estábamos en la premisa que falsamente habíamos preconcebido.


Lo que aparece disfrazado de la típica película de boxeo en la que el protagonista asciende del infierno a la gloria, es la reversión de todo lo que se había prejuiciado sobre Creed, al encontrarnos con una obra que se aleja de las grandes superproducciones de la meca del cine y se acerca más al film independiente, ese de autor que se siente como propio, que busca la conexión directa con el espectador y brindar más que una obra de difuso entretenimiento, una emotiva historia que rompe todos los juicios preconcebidos previo a su estreno. 

Si Rocky Balboa (2006) nos había parecido lo más íntimo de Stallone, Creed viene a elevar el parámetro que teníamos sobre el viejo Sly.  Porque aunque la historia gire entorno a Adonis como el hijo bastardo de Apollo Creed, como pendenciero y peleador que es rescatado por la viuda de Apollo de reformatorios, para ir a Filadelfia a que el antiguo rival de su padre lo entrene, es Syl quien se roba los aplausos en cada escena dramatizada en la gran pantalla, entregándonos a un Rocky viejo, cansado que lo ha perdido todo (su esposa, sus amigos, su carrera) y que ahora solo vive esperando le hora de partir, enfatizando las emociones correctas y logrando que el espectador sienta lo mismo que él, a través de una actuación conmovedora y realista que nos presenta cita, cada frase y cada cargada de una sensación de humanismo que embarga el corazón y que le ha hecho justo ganador del Golden Globe recibido a principios de este año, al efectuar el que sin duda es el papel de su vida.


Todo esto condensado con un elenco de secundarios con luz propia, especialmente su protagonista Michael B. Jordan, con un papel que ha sorprendido a propios y extraños como el hijo bastardo de Apollo y su pareja, la joven Tessa Thompson que aporta lo propio como la pareja de Adonis, sin dejar de lado un espectacular apartado técnico que se aleja de lo mostrado en las primeras entregas para ofrecer un verdadero deleite a la vista para los amantes del boxeo, con una serie de secuencias alucinantes que nos adentran en el ring y mantienen al espectador al borde del asiento, al seguir con dedicación cada toma y acción de las peleas –hermosamente coreografiadas–, mezcladas con una de las escenas más emotivas que nos he regalado la saga que hizo llorar a gran parte del público presente en la función.

Y ese es por mucho el gran mérito de Creed. La resurrección de una leyenda. El profundización en el alma de sus personajes. La esencia de poder conectar al espectador con la gran pantalla. Porque cuando todos nos preparábamos para despotricar con lo que parecía un movimiento desesperado de mercadeo, ha sido la leyenda viviente quien nos ha dado un golpe directo al corazón para dejarnos completamente K.O. sobre la lona, agradeciendo a Stallone esta maravillosa producción que será difícil apartar de nuestra memoria. 

Valoración final


+ Una película emotiva, sincera y casi perfecta que regala la mejor historia de la saga.
+ Un Sylvester Stallone en estado de gracia que conecta con el espectador de principio a fin y nos brinda la actuación de su vida.
+ Recomendada para todos los amantes de Rocky Balboa, su mejor producción hasta la fecha.
+ Su escena final merece una ovación de pie, Coogler nos ha tapado a todos la boca. 

***
Pablo Vargas - Escritor. Ingeniero industrial. Director y fundador de la revista digital Level Up. Autor de la novela “El Hombre de la Rosa Negra” (ULACIT, 2009), el microrrelato “Un café para celebrar” (Editorial Costa Rica 2012) y el blog "Rincón de un escritor". Actualmente se encuentra trabajando en su nueva producción "Nueve minutos para la media noche" y escribe regularmente en los blogs de la casa de 89decibeles.

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