La premisa es la siguiente: Hatred es un videojuego desarrollado por Destructive Creations que promete ser excesivamente violento. Siendo uno de los pocos juegos con etiqueta "A" por su contenido agresivo y cruel, el futuro lanzamiento del título en plataformas como Steam nos plantea ciertos cuestionamientos sobre la moral y la cantidad aceptable de violencia que pueden consumir las masas. Hoy nuestros especialistas Andrés Díaz y Herberth Castro nos presentan sus posturas con respecto a este polémico juego.


Violencia desmedida por Andrés Díaz

Hay videojuegos que marcan un antes y un después en la comunidad de los gamers. Hatred es uno de ellos, no porque sea un buen juego como Legend of Zelda, Metal Gear o Dark Souls, sino porque Hatred nos presenta una premisa puramente violenta carente  de sentido, cuya meta es lanzarse a la calle y realizar un genocidio con granadas, ametralladoras y cuchillos . 




Este juego, desarrollado por el estudio polaco, Destructive Studios, es una bomba de tiempo lista para estallarle en la cara a la comunidad gamer. Cierto, el juego en sí, tiene derecho a existir, porque ya está hecho y es una forma de expresión. Sin embargo,  el problema recae en la distribución de este título.

Partamos del hecho que Hatred fue calificado con una "A" de adultos por la la Entertainment Software Ratings Board, que es la reguladora del contenido del entretenimiento electrónico.

Para que la ESRB etiquete un juego apto solo para mayores de edad, el título debe tener contenido pornográfico o violento. Para nadie es un secreto, que abundan juegos con la llamativa etiqueta "A", pero la mayoría de estos la tienen por su contenido sexual o erótico. De hecho, solo existen tres juegos que fueron calificados solo para adultos por su contenido meramente violento, estos son: Manhunt, Thrill Kill y Hatred, que se acaba sumar a esta lista. 

No todos procesamos los mensajes de la misma manera, hay personas que simplemente no pueden marcar la línea entre lo real y lo virtual.  Por lo tanto, Hatred no debe estar al alcance de las masas y debería ser prohibido de por vida de plataformas como Steam, que es la mayor distribuidora de juegos de PC.


Muchos podrían argumentar que la temática de Hatred se presenta en otros video juegos como Call of Duty o Grand Theft Auto V, o sea no es la primera vez que se le dispara al prójimo con un mouse. En GTA sobresale el personaje Trevor que suele acribillar a cualquiera que se le ponga en frente. Sin embargo, la matanza no es la premisa de esos juegos. En COD el jugador mata a soldados, que están armados y dispuestos a matar.

Por otro lado, el genocidio no es la premisa de GTA V, solo ocurre cuando el jugador quiera realizarlo.  Además, el personaje Trevor se presenta desde un punto de vista satírico, en cambio Hatred se toma muy en serio el método de matar gente.

Un problema político fácil de evitar. Imagínense lo que podría hacer un político conservador con el juego de Hatred, las posibles regulaciones a las que apelarían para las plataformas como Steam y a los videojuegos en general. Hatred es un blanco muy fácil para tomar como bandera en una cruzada contra toda la industria del entretenimiento electrónico y peor aún, se nota a leguas que el juego carece de argumentos y que en general es pésimo.

¿Vale la pena lucha por Hatred? Jamás.





Límites de la percepción por Herberth Castro


Dice el filósofo Wittgenstein que tal vez la vida humana sería mejor caracterizarla como una mezcla de sentido y de sinsentido, o mejor: como la lucha del sentido contra el sinsentido. También dice que la realidad es aquello que se puede describir con el lenguaje,  por eso los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo. Por esto el mundo de cada persona llega hasta aquello que conocemos, y algunos van más allá y limitan el mundo a aquello que les parece correcto.

Por tanto no es causa de sorpresa que tan solo la existencia del videojuego de origen polaco Hatred cause una indignación prima a demasiada gente. Después de todo no se les puede culpar por ello, pues su premisa va en contra de todo lo que la sociedad occidental considera correcto.

Hatred es un videojuego de disparos en tercera persona con perspectiva isométrica en el que el jugador encarna a un protagonista misántropo y psicópata a través de una "cruzada genocida", que lo llevará a su propia muerte, no sin antes lograr matar a la mayor cantidad de civiles inocentes posibles, por la única razón del placer de matar.

Pero el debate acá no es si el juego es moralmente correcto o no. Es claro que es un título extremadamente violento, cuyo atractivo solo podrá ser encontrado por personas con gustos cuestionables y que debe ser limitado a un público adulto, como de hecho fue delimitado por la ESRB.


La disque polémica se centra en el derecho de existir del juego, el cual según grupos de presión y personas como Andrés, consideran inapropiada. Estos grupos incluso llevaron a que el título fuera dado de baja en una primera instancia de la plataforma Steam Greenlight, y así se hubiera quedado de no ser por la intromisión del gran jefe, Gabe Newell.

El asunto es que nos encontramos ante un asunto filosófico, donde la moral y nuestras percepciones personales no deberían inmiscuirse, pues nos privan de ver la imagen completa. Nos encontramos ante otro “GamerGate” solo que desde otro ángulo, nos encontramos a un ataque directo a la libertad de expresión, al derecho de la creación libre.

Pensaba que los videojugadores estábamos un paso más adelante, pero me encuentro con que es lo contrario. Parece que olvidamos completamente los noventas donde se suponía que íbamos a crecer como asesinos en serie por jugar juegos de primera persona o por disfrutar de la sangre y las fatalidades en Mortal Kombat. Es más parece que olvidamos el día de ayer cuando pusimos el disco de Grand Theft Auto V e hicimos exactamente lo mismo que Hatred propone, pero peor aún, por libre albedrío, asesinar a otros en un mundo virtual.


Sin querer entrar en si esto nos afecta de manera personal o analizar las degeneraciones del juego, pienso que el problema es intentar censurar una obra de ficción bajo el argumento que podría provocar el próximo holocausto. Esperaba una madurez en la industria tal que se pudiera reconocer y aceptar la visión de una obra sin juzgarla solamente porque nos parece que traspasa ciertos límites y no nos gusta. Algo que si se da diariamente en la literatura y el cine. Porque premisas como la de Hatred han sido escritas cientos de veces, porque si Kubrick propone un experimento como lo es “La Naranja Mecánica, se considera una obra maestra, por no mencionar otras películas con más disgusto o más similares al videojuego Polaco.

El tema primordial es aceptar de una vez por todas que los videojuegos son arte y por ende lo que el creador decide plasmar en la pantalla. No podemos jugar a dios y decidir qué tipo de arte es aceptable y cual no. Como tampoco podemos confundir una representación digital con el mundo real, cuando uno asesina en Hatred nadie está sufriendo realmente.

Entiendo que el videojuego no sea del gusto de muchos, tampoco lo es del mío y no lo recomendaría. Pero eso no nos da derecho a limitar su distribución de una plataforma, ni a limitar las elecciones de personas mayores de edad. Cualquier otra cosa nos acerca mucho a un caso Charlie Hebdo digital, y eso es mucho más peligroso que el juego en sí.

***

Entonces, ¿qué tan lejos puede llegar la violencia en los videojuegos?


Andrés Díaz - Periodista egresado de la Universidad de Costa Rica. Amante de los RPG, RTS, Survival, pasa el poco tiempo libre que tiene en la jungla de Sumonners Rift.

Herberth Castro (Jugador 1) - Senior Software Engineer con amplia experiencia en el Desarrollo de Videojuegos. Apasionado de las buenas historias. Escritor a cargo del blog Jugador 1, espacio nacional dedicado al mundo de los juegos de video en el periódico La Nación.

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