Por Pablo Vargas | pvargas@revistalevelup.com.

Producido por el estudio Trigger en 2013, conocido por su estilo exagerado, energético y completamente desbordante, Kill la Kill deja claro que no se trata de una historia convencional, con un mar de batallas hiperdinámicas, un diseño visual vibrante y un ritmo narrativo que no da respiro. La serie no solo busca entretener, sino también parodiar y llevar al extremo los clichés del shōnen y del anime de acción en general.

La trama sigue a Ryuko Matoi, una joven estudiante que llega a la Academia Honnōji en busca de respuestas sobre el asesinato de su padre. Allí se enfrenta a Satsuki Kiryūin, la presidenta del consejo estudiantil, y a sus élites que dominan la escuela gracias a los uniformes Goku, prendas que otorgan poderes sobrehumanos a quienes las usan. Desde el principio, la serie se plantea como una historia de venganza, pero con cada episodio la narrativa se expande hacia temas de identidad, poder y libertad.


Y aunque la historia parece absurda en muchos puntos, con tramas que giran en torno a ropa con vida, luchas de poder escolares que se sienten como guerras épicas y discursos desmesurados, esta exageración no es un defecto, sino una elección deliberada, al tratarse de una sátira sobre la importancia social y simbólica, además de una exploración sobre el control y la rebeldía.

El estilo visual de Trigger es caricaturesco, con trazos gruesos, expresiones exageradas y movimientos exageradamente fluidos que transmiten intensidad, refuerzan este concepto, logrando usar la simplicidad para reforzar el humor y cuándo apostar por la espectacularidad en las peleas. El resultado es un anime que siempre se siente vivo y fresco, incluso en sus momentos más caóticos, con un diseño de personajes es igualmente distintivo. 


Ryuko, con su uniforme viviente Senketsu, se convierte en un icono fácilmente reconocible, mientras que Satsuki impone respeto con su porte autoritario y su uniforme blanco. Los villanos, aliados y secundarios, desde los miembros de la Elite Four hasta Mako Mankanshoku, cada uno tiene una personalidad exagerada que aporta humor o dramatismo en los momentos precisos estableciendo la construcción de este elenco, como una una de las grandes fortalezas de la serie, apoyada en una banda sonora acompaña perfectamente la acción y realza la intensidad emocional de las escenas. 

Y es que más allá del espectáculo visual y sonoro, Kill la Kill también ofrece mensajes sobre la autoaceptación, la amistad y la resistencia a las estructuras opresivas. La relación entre Ryuko y Senketsu es un reflejo de la importancia de aceptar tanto la vulnerabilidad como el poder que uno tiene, mientras que la confrontación con Satsuki y la organización de la Academia simboliza la lucha contra sistemas autoritarios, mientras todo esto se presenta con humor y exageración, pero no deja de tener un trasfondo emocional genuino.


Porque al final del camino, Kill la Kill es un anime que no deja indiferente y que mezcla de forma acertado caótico o incluso ridículo en apariencia, con una obra cuidadosamente diseñada para ser explosiva, entretenida y con un mensaje más profundo de lo que parece. Su mezcla de acción, comedia, sátira y drama lo ha convertido en un título de culto y una de las propuestas más memorables de la última década en el anime.

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