Por Pablo Vargas | pvargas@revistalevelup.com.

Al punto: 'Dragon Age: The Veilguard' es, sin duda, la peor cosa que le ha sucedido a la legendaria franquicia de Bioware, que tras arruinar Mass Effect y fracasar con Anthem, ahora se han ceñido con matar una de las mejores sagas de RPG que se han creado. Y es en más de una década analizando videojuegos, nunca antes había sentido un arrepentimiento tan genuino al haber iniciado una partida; no es solo un mal juego, es una traición a la esencia de Dragon Age, un golpe demoledor para quienes amamos este universo y sus historias.

Es cierto que a nivel visual es impresionante; los entornos son detallados, los efectos de luz son espectaculares y los modelos de los personajes están bien trabajados, quizás los mejores escenarios y personajes que la compañía ha creado. Pero eso es solo una fachada hermosa que intenta ocultar el desastre que yace debajo, en un RPG donde la historia no solo es aburrida, sino que parece escrita por personas que jamás han leído nada sobre el lore de la saga y en el que más que expandir el universo de Thedas, lo ignora por completo, como si la intención fuera empezar desde cero sin importar lo que vino antes.


Uno de los aspectos más insufribles es la inclusión de elementos de DEI de una forma tan torpe y forzada que se siente como una lista de casillas a marcar en lugar de una construcción orgánica para el desastre. Y en esto, queremos ser claro. A nosotros, nos importa poco o no la cultura de cancelación o su contra parte que a todo llama woke. Nos importa un comino, esta guerra absura que ambos bandos han iniciado. 

Amamos juegos como The Last of Us Part II, Cyberpunk 2077, Mass Effect, Baldur's Gate 3, Star Wars Outlaws, Dragon Age Inquisition y esperamos como agua de mayo a Assassin's Creedy Shadows. Todos y cada uno de estos juegos tienen en común haber sido juzgados previo lanzamiento por contar, buenas historias de personajes diversos. Y vamos, que Dragon Age siempre ha sido progresista en sus historias, pero aquí todo parece metido a la fuerza, sin respeto por la coherencia interna. 


Queremos dejar esto claro: No es que la inclusión sea un problema, es la forma en la que se implementa lo que arruina la inmersión y convierte el guion en una parodia de sí mismo. Nadie, nunca, va a estar de acuerdo con que un videojuego te de una lectura política sobre la inclusión, y obligarte durante 10 minutos a escuchar a este personaje a hacer un monologo, sin poder hacer nada al respecto. Es simplemente un despropósito. Los videojuegos no deben ser panfletos. Nunca. Mucho menos, tratar de adoctrinarte. 

Porque cuando eso sucede, todo demás se va al carajo. El combate, la exploración, los gráficos, todo pasa a un segundo plano y jugar a The Veilguard se siente no sólo como ver morir a un ser querido de la manera más cruel posible, y que luego te obliguen a desenterrar su cuerpo, arrastrarlo por toda la ciudad y luego fingir y escribir un review, como si nada pasó. No es solo decepcionante, es doloroso. Escribir este review es doloroso. 


Al final del camino, Dragon Age: The Veilguard es un fracaso rotundo. Hermoso a nivel técnico, sí, pero hueco en todo lo demás. Traiciona su legado, ignora su propio universo y entrega una experiencia carente de emoción y sentido. Si alguna vez amaste esta saga, este juego es como recibir un mazazo en el alma. 

Calificación: 3/10.


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