Por Pablo Vargas | pvargas@revistalevelup.com.

The Power of the Dog (2021) es un moderno anti-Western que desafía los códigos tradicionales del género para transformarlos en un drama íntimo, complejo y profundamente humano. Lejos de los tiroteos y las gestas heroicas, la película se centra en el universo interior de sus personajes y en cómo las emociones reprimidas, los celos y los secretos pueden generar tensiones igual de devastadoras que la violencia física. El título, extraído del salmo 22 —“Libra de la espada mi alma, del poder del perro mi vida. Sálvame de la boca del león, y líbrame de los cuernos de los búfalos.”— funciona como un reflejo simbólico de la historia: una súplica de liberación frente a fuerzas invisibles que desgarran desde adentro.

La narrativa tiene ecos shakesperianos, con un trasfondo de tragedia familiar centrada en los hermanos Phil (Benedict Cumberbatch) y George (Jesse Plemons), rancheros con personalidades opuestas. Phil es carismático, imponente y a la vez severo, mientras que George es tranquilo y bondadoso. La llegada de Rose (Kirsten Dunst), nueva esposa de George, y su hijo Peter, altera la dinámica familiar y desata una serie de conflictos que exponen las fragilidades y secretos de cada personaje.


La película es, ante todo, un estudio sobre las emociones reprimidas y las tensiones familiares. Phil, con su personalidad intensa y controladora, enfrenta frustraciones y celos que lo llevan a interactuar con quienes lo rodean de maneras complejas y, en ocasiones, dolorosas. Rose y Peter, con su presencia inesperada, alteran el equilibrio y revelan vulnerabilidades que antes estaban ocultas, generando un relato cargado de matices psicológicos.

Cada personaje está desarrollado con profundidad, mostrando cómo las acciones y decisiones cotidianas pueden tener repercusiones emocionales profundas. Los silencios, gestos y miradas transmiten tanto o más que los diálogos, creando una narrativa que obliga al espectador a leer entre líneas y descubrir la verdadera intensidad del drama que se desarrolla.


Las actuaciones son extraordinarias. Benedict Cumberbatch ofrece un papel lleno de capas, complejo y devastador; Kirsten Dunst brilla en su papel de Rose, atrapada en un entorno hostil que la desafía constantemente; y Jesse Plemons aporta equilibrio y humanidad a su rol. Kodi Smit-McPhee, como Peter, completa el elenco con una interpretación sutil y poderosa, que resulta crucial para el desenlace.

La dirección de Jane Campion es magistral. Cada encuadre transmite la tensión interna de los personajes y la majestuosidad de los paisajes se convierte en un reflejo del drama que se desarrolla. La dirección de arte y la fotografía contribuyen a sumergir al espectador en un mundo a la vez bello y opresivo, donde cada detalle tiene significado emocional.


El guion es otro de los grandes aciertos: sutil, detallista y lleno de matices. Los giros dramáticos surgen de manera natural y potente, y la tensión se acumula a través de lo cotidiano hasta llegar a momentos impactantes. La película demuestra cómo el cine puede ser elegante y a la vez crudo, poético y devastador.

En conjunto, The Power of the Dog es una de las películas más destacadas del año. Su drama intenso y su narrativa cuidadosamente construida invitan a reflexionar sobre las relaciones familiares, los secretos que se esconden detrás de las apariencias y la complejidad de las emociones humanas. Cruda, elegante y profundamente conmovedora, la obra de Campion deja una marca duradera en quien la observa.

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