Por Luis Rodríguez | lrodriguez@revistalevelup.com
Casi todo un mes ha pasado desde el sorpresivo lanzamiento del segundo paquete de DLC para Breath of the Wild. Su salida fue anunciada durante la gala de The Game Awards, ceremonia donde el título se llevó sin ninguna duda el galardón a Game of the Year. Esto no fue sorpresa para nadie.



En Revista Level Up, hemos preparado este especial para este paquete de DLC, que viene a cerrar un año 2017 que fue definido por Breath of the Wild. El mismo se ha dividido en tres secciones principales, la primera de ellas, a continuación. Tome en cuenta que el mismo podría contener spoilers del juego principal y del DLC, en caso de que no los haya finalizado.

La meseta de los albores

Todo este paquete tiene el objetivo de revivir la sensación que obtuvimos al jugar por primera vez Breath of the Wild, así que el primer paso lógico sería regresar a donde todo empezó: la Meseta de los Albores, más específicamente al Santuario de la Vida, a donde acudimos por mandato de la voz de la princesa Zelda, eso sí, tras haber liberado las cuatro bestias divinas de la influencia maligna de los espíritus de Ganon.



Tal y como hicimos en marzo, una vez superadas la meta de la meseta, llegaría la hora de que el héroe viajara al resto del Hyrule, y eso es lo que la siguiente parte del este DLC nos permitirá volver a vivir.

Volver al Hyrule Salvaje

La segunda parte de este DLC nos llevará a seguir cuatro estructuras que han aparecido muy cerca de las bestias divinas. En esos puntos siempre encontraremos a Nyel, que intenta seguir la pista de la última e inacabada canción de su maestro. Cuando nos acerquemos a los nuevos monumentos, estos reaccionarán mostrándonos puntos de interés en el mapa de la zona.



En cada uno de estos lugares encontraremos una nueva prueba, con un santuario asociado a cada una. Cuando resolvamos las pruebas de los tres puntos, tendremos que combatir una vez más a la presencia de Ganon, que mostrará una pequeña variante en su accionar con respecto a la original.

La última prueba

A manera de un epilogo, solo nos quedará una prueba final. Tendremos que regresar al Santuario de la Vida, una manera hermosa y poética de acabar una historia es volver a su inicio. Dentro de la cámara de resurrección, encontraremos el camino para descender hasta una nueva bestia divina, una sin nombre, pero que contara con ambientes combinados que recuerdan a las otras cuatro bestias, y al final, a un último monje, Makkosh.



Makkosh, a diferencia de los más de 120 otros monjes, es guerrero y nos dará frente en una lucha muy entretenida y llena de variantes. El premio al final de este arduo camino es importante, tanto un nuevo recuerdo de la época previa al cataclismo, como ayudar a Nyel a dar un punto final a su canción (y en forma metafórica al juego), así como obtener la Master Cycle Zero, una especie de mini bestia divina y motocicleta que seguramente cambiará en mucho la forma de recorrer Hyrule.

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The Champion's Ballad, significa un telón simbólico para The Legend of Zelda: Breath of the Wild, que cierra un 2017 en el cual llevó el estandarte para la nueva consola Nintendo Switch, guiando las ventas en los primeros meses, y convirtiéndose al final en ese título imprescindible que muchos siguen comprando.



La búsqueda de Korogs, pasear con la Master Cycle Zero, explorar lugares sin descubrir, probar sus leyes físicas, siguen siendo solo parte de las actividades que Breath of the Wild sigue ofreciendo para durante el 2018, seguir regresando al Hyrule salvaje. Y será durante el 2018, en que veamos cual título recibe ese estandarte que esta aventura levantó por más de nueve meses.


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