Por Pablo Vargas. 

Dejemos atrás las reglas, tendencias y el molesto click-bait enfocado en engañar lectores. Veintiún años siguiendo la saga de Resident Evil no me permiten perdonarme el iniciar este análisis sin hacer una fuerte y clara advertencia: Si usted es de esos fans que llevan más de 17 años esperando el regreso de la saga a sus orígenes de terror y sobrevivencia le invitamos cordialmente a dejar atrás este análisis, correr a su tienda más cercana y comprar cuanto antes Resident Evil VII. ¿Por qué? Porque Resident Evil VII es una verdadera pesadilla. Una exquisita, intensa y terrorífica travesía a nuestros temores más oscuros que merecen ser disfrutados de la manera que fueron planeados: a ciegas, sin orientaciones o guías, sin tener la menor idea de lo que va la historia más allá de su enigmática y sobre todo, sin análisis spoilerosos.


Por ello, si usted es de los fans que han añorado el intenso hormigueo que recorre la espina dorsal ante una atmósfera incierta y agobiante, la desesperación de sentirse nuevamente indefenso antes una adversidad que no podemos comprender y la sensación de que en cada paso que damos, la muerte nos espera a la vuelta la esquina, les tenemos una buena noticia: Resident Evil VII es el regreso a los orígenes de la saga que hemos esperado por más de 15 años. Por el contrario, si son de los fans que tienen dudas de la veracidad de nuestras afirmaciones -con justo recelo tras el fiasco que fue Resident Evil 6-, se acercan por primera vez a la saga o simplemente quieren afianzar sus percepciones antes de pasar por caja, les invitamos a acompañarnos en nuestro análisis de Resident Evil VII y su imponente resurgir de la cenizas. Welcome to the family son.

Resident Evil VII: resurgiendo de las cenizas


Desde sus primeros pasos la saga creada por Shinji Mijakami fue con méritos propios una de las franquicias más emblemáticas del survival horror durante la década de los 90's y principio del nuevo milenio. A pesar del éxito que tuvo Alone in the dark como padre e impulsor del género, sería realmente Resident Evil quien llegaría para asentar las bases de sus edad dorada, gracias al impecable trabajo de títulos que aprovechaban lo mejor de la tecnología vigente para brindar experiencias escalofriantes y en los cuales el suspenso no se encontraba en el susto fácil, sino en la atmósfera de un entorno aterrador en el que generaba más ansiedad la mancha de sangre en el piso, la reja rota debajo de un callejón, o las tres balas en el cargador, que un ejercito completo de caminantes para disparar granel.


Esa esencia de misterio, investigación, teorías conspirativas, terror, complejas tramas, buenas dosis acción, pero sobre todo el sentido de sobrevivencia es algo que adoleció la saga desde la salida de su creador en Resident Evil 4. La llegada de Kenichi Ueda, sustituyendo la baza sobre la que se había asentado su éxito para cargar la quinta entrega con momentos cliché, personajes caricaturizados, y escenas de acción dignas de una película de Michael Bay, fueron un duro golpe para los fans de la saga que empezaron a ver como el nombre de Resident Evil se sumergía en una espiral auto-destructiva que rozaba la auto-parodia, alcanzando su punto más bajo con el trabajo de Eiichiro Sasaki en Resident Evil, una caricaturesca mescolanza de géneros que se asemejaba más a frenético shooter, que un survival-horror, alejando a los más veteranos seguidores que despotricaron contra el juego, que irónicamente se convirtió en uno de los éxito de ventas, catapultando un estilo que se temía como lo peor para el futuro de la saga.


El mismo año de lanzamiento de Resident Evil 6 aparecería silenciosamente Koushi Nakanishi con Resident Evil: Revelations, un brillante spin-off para la Nintendo 3DS que retomaba la esencia de la saga con puzzles complicados, sombríos escenarios, pocas municiones, personajes carismáticos y una interesante historia que retomaba el legado de los primeros títulos. No obstante, a pesar de las buenas críticas y recepción de los fans de su segunda parte, Capcom cambiaría la formula nuevamente, dando paso a dos desastres consecutivos (Operation Racoon City y Umbrella Corps) que abrazaban sin reparo el estilo de shooter multijugador, pero con la diferencia de que en esta ocasión, las ventas no les sonrieron, enterrando casi de forma definitiva el futuro de la saga, que se aferró a la remasterización de las versiones de Resident Evil Remake y Resident Evil Zero para mantener a flote sus finanzas. Entonces, contra todos los pronósticos, apareció Koushi Nakanishi.


Welcome to the family son


La figura de Nakanishi es pieza clave para entender el regreso a los orígenes que nos presenta Resident Evil VII. Su visión como director obsesionado con los detalles y la esencia del terror es algo que ha quedado plasmado en cada milímetro de una aventura no apta para corazones -y estómagos- sensibles. Su alto contenido de violencia implícita que aterroriza cada uno de los pasos que damos por los macabros y claustrofóbicos escenarios, son baluartes en una verdadera tragedia griega que nos obliga a analizar cada detalle de un grotesco y exasperante entorno. Elementos clásicos de la saga como las tradicionales hierbas de curación -no más regeneración automática-, cintas de cassette para guardar partida -exclusivas del modo difícil-, periódicos antiguos, fotografías de personajes misteriosos, un teléfono que no para de sonar a la distancia, artilugios extraños pero claves para resolver acertijos y un largo etcétera que no revelaremos aquí para garantizar la experiencia más limpia posible, son parte de las piedras angulares que Nakanishi establece para hacernos sentir extraños y ajenos al mismo tiempo.


La sensación de vulnerabilidad real -no más héroes cinematográficos-, que permean la escasa y torpe habilidad de manejo de armas de nuestro personaje, o la necesidad de guardar hasta las últimas consecuencias los escasos recursos que encontremos en nuestro camino, se unen a un esquema de percepciones rápidas y caóticas que nos obligarán a tomar decisiones de alto impacto en el tradicional "¿Correr, esconderse o luchar?". Esa correcta gestión de recursos que empiezan cayendo a manos llenas pero se diluyen hasta casi desaparecer conforme avanzamos la aventura, se complementa perfectamente a un sistema dinámico de selección de artículos, herramientas o armas en tiempo real -adiós a la pausas al abrir inventarios-, promoviendo nuevamente la toma rápida de decisiones en medio de una carrera contra el tiempo por salir del infierno que estamos experimentando, dejándonos mucha veces expuestos por una mala decisión a la hora de recoger o descartar algo del inventario -y su correspondiente regresar sobre caminos que sentencian muertes casi seguras-, pero sin la sensación injusta de que el juego "conspira" contra nosotros, sino como claras reflejas de lo mal o bien que tomamos decisiones en situaciones agobiantes.


Así, de repente un camino que por si solo se vislumbraba cuesta arriba, se torna -en cuestión de segundos-, en un verdadero calvario de estrés y tensión en cada paso y acción que realizamos. Y ahí es donde la retorcida mente de Koushi Nakanishi saca sus mejores galas, al convertir un espacio limitado en una amplia gama de percepciones y emociones que incrementan el arquetipo de la sombra como parte fundamental de la experiencia de temer a lo que no puedo comprender, jugando con lo ausencia de lo evidente y centrando nuestros sentidos en lo que "escucho, pero no veo". Todo esto materializado en detalles tan ínfimos como el temor a descubrir que habrá detrás de la puerta que se abre lentamente, unas manchas de sangre que impregnan grotescamente a una mohosa pared, pasos detrás nuestro que de repente dejar de estar ahí o simplemente la caída de un objeto en medio de la oscuridad, maximizando los niveles de paranoia en el jugador a niveles insospechados en los que priman el terror sobre la acción, como gratos alicientes que traen de vuelta los años dorados de la franquicia.


Go the all aunt Rhody... that everybody is dead



Guiños a referencias clásicas de la saga -que no pensamos spoilear acá-, eliminación de Quick-Time-Events, apuesta por el control real de la situación y un cambio de perspectiva de tercera a primera persona que provocó mucho ruido en los días posteriores a la visualización de su primera demo, especialmente por el parecido en el papel que pretendía implementar el cancelado Silent Hills de Hideo Kojima y Guillermo del Toro, siendo de alguna u otra manera una curiosidad casualidad de tendencias (Resident Evil VII empezó su desarrollo dos años antes de la obra inconclusa de Hideo Kojima), al centrarse en integrar las mecánicas clásicas de la franquicia y complementarla con los modelos actuales de juegos de terror.


Este arriesgado -pero certero-, experimento de cambio de perspectivas es una de las piedras angulares sobre las que se redime el regreso de Resident Evil VII a las raíces de la saga, al otorgar una inmersión profunda y seca que se complementa a la perfección con el potencial que tiene el RE Engine, la nueva apuesta de Capcom para la saga que permite recrear escenarios fotorrealistas, con texturas bien cuidadas y una iluminación justa y precisa para mostrar y ocultar la belleza o gore de los escenarios y modelados que rodean nuestro entorno. Esto es algo que se ve reflejado a la hora de dar el gran salto a las escenas de combate en el que el frenesí aumenta al límite, logrando el juego mantener el ritmo y trasladar esas pequeñas sensaciones de estrés, tensión y agonía mezcladas con altas dosis de adrenalina que hicieron a Resident Evil un gigante del género.


Porque al final del camino, cuando llegue la hora de no dar marcha atrás y proceda el "vencer o morir", tendremos una experiencia realmente gratificante al percibir la fragilidad de nuestra vida en los encaramientos contra los enemigos que encontremos en nuestro camino. Esa sensación de agobio de personas normales que luchan por sus vidas que hizo grande a la saga, vuelve a percibirse como un golpe seco que nos deja anonadados en los primeros compases del juego, pero posteriormente se asientan como una vertiente vital para mantenernos enganchados de principio a fin. Si a esto sumamos una inspirada banda sonora que intercala a la perfección los momentos de tensión, con horror y acción, nos encontramos con una atmósfera envolvente -recomendamos altamente la utilización de audífonos con buena percepción de altos y bajos-, que nos mantiene constantemente en un vaivén de emociones con nuestros sentidos despiertos todo el tiempo a través de melodías sumamente tétricas o poderosos efectos de sonido que harán que sintamos cada paso en la oscuridad como el último de nuestras vidas.

Un paso atrás para seguir adelante


Lamentablemente, como en todo triple A que ha salido en los últimos años, Resident Evil VII dista de ser un juego perfecto en toda la expresión de la palabra. Deficiencias en el tema de dificultad, puzzles difíciles pero no tan complejos y algunos ligeros retrasos en la carga son algunas de las manchas de sangre en la camisa blanca especialmente el tema de elegir dificultad inicial y plantearnos por defecto dos modelos: "casual" que se convierte en modo "normal" y "normal" que se convierte en el modo "difícil" pero saltándose de primera entrada el reto mayor que es el modo "maníaco", en el que solo cuentan los "save" realizados en cassettes, puzzles más complejos e inventario limitado; otorgando una experiencia que se acerca brillantemente al dolor de cabeza que eran el Resident Evil Director's Cut y Resident Evil Outbreak, dos de los títulos más complicados de la saga en cuanto a dificultad se trata, siendo una limitación que puede molestar un poco a los jugadores más veteranos de la saga que deseen ver constantemente la tradicional pantalla de "You are dead" durante su travesía.


Asimismo, los más puristas podrían achacar que el cambio de perspectiva de tercera a primera persona es una de las afrentas más grandes que se la hecho a la saga desde Resident Evil: Operación Raccon City, no obstante la realidad es que pasados los primeros 3 minutos de juego, el control y la dinámica de movimiento que otorga el personaje convierte al tema en noticias de ayer al instante, borrando rápidamente cualquier molestia que esto pueda generar.  Caso aparte es la adaptación del juego de formato de realidad virtual, respaldado en las palabras de Capcom de que Resident Evil VII era "demasiado terrorífico para jugarse completo en el VR", y en honor a la verdad, cumplen con lo dicho, aunque no precisamente en el buen sentido, al sentirse bruscamente los saltos entre escenas de corte y realizadas con el motor gráfico, alejándonos de la experiencia de inmersión que sí se siente claramente en el juego normal.


No obstante sería mezquino de nuestra parte achacarle al juego puntos que sufren otros títulos en los no hay que ir muy lejos para ver plasmados esos mismos errores tanto en el tema de dificultad controlada que no permite ir más allá hasta la primera pasada -Uncharted 4 y Quantum Break son un buen ejemplo-, o la sensación de desaprovechamiento de una tecnología como el VR que tiene aún mucho por brindar, pero da apenas sus primeros pasos. Nota aparte es el destacado doblaje que Capcom ha logrado implementar -tanto en inglés como en español-, obligando a quitarse el sombrero ante una producción que no ha fallado en uno de los apartados más complejos y polémicos, como es el tener unanimidad entre aquellos que prefieren los juegos doblados o en su idioma original, no dejando mucho espacio para las dudas sobre su calidad, superando con creces toda expectativa y manteniéndose a la altura de los demás apartados del juego.


Misma situación ocurre con el tema de la duración del juego, que ronda las 8-12 horas en promedio de una primera vuelta sincera, sin guías ni consejos, y que ha despertado algunas dudas al poder pasarse el título en menos de 4 horas en modo speed-run -un tema que da para toda una columna editorial sobre lo que significa el tiempo en un buen juego-, y hace a muchos olvidar que los primeros cuatro títulos de la saga instaban a pasar el juego en menos de 3 horas y esta vez no es la excepción. ¿Quiere decir el juego es corto? No. Absolutamente no. Al contrario, la vertiente de decisiones y dificultad aumentada, retos internos, búsqueda de documentos claves y trofeos/logros de escenas contra tiempo incrementan la rejugabilidad, convirtiendo una aventura de 12 horas en unas 20-30 horas bien aprovechadas.


Al final del camino...


En retrospectiva, los prejuicios y expectativas sobre Resident Evil VII tras lo mostrado en la demo eran altas. Muy altas. Capcom tenía una oportunidad de oro para resurgir de las cenizas o echarlo todo a perder. Y para nuestra dicha y fortuna, tomaron la decisión correcta con una título que a pesar de ubicarse en el mismo universo de los anteriores Resident Evil, sabe más a reboot que a continuación y esto es algo que se agradece y percibe en cada esquina del juego por el amor y cariño que han puesto en brindar una experiencia inolvidable. La sensación de que estamos adentrándonos en territorio desconocido, pero al mismo tiempo, todo resulta demasiado similar, como si de un dejá-vu se tratase, complementándose con buen tino el lavado de cara que le han hecho a la franquicia, pero sin perder de vista el legado y esencia fundamental sobre la que esta construida la saga.


Ese refrescamiento y regreso al mismo tiempo, es algo que esperamos quince largos años y hacen que hoy podamos realmente apreciar cada unos los terroríficos momentos que hemos vivido en un Resident Evil de los de antaño, cargado de principio a fin con escenas realmente memorables que tardaremos mucho tiempo en olvidar en este brillante y grandioso retorno a sus origines, unos que nunca debieron haberse perdido en el horizonte, pero hoy regresan con clase y categoría para revivir la esencia del verdadero survival horror para poder decir finalmente: Welcome to the family son.


Y como no queremos ser los únicos en disfrutar de esta gran experiencia que es Resident Evil VII, en Revista Level Up queremos obsequiar a nuestros lectores un código digital del juego para PlayStation 4. Para participar del sorteo solamente deben darle 'Me Gusta' a ambas páginas, compartir el análisis en sus muros y etiquetar a tres amigos(a) -que también quedarán participando del sorteo-, en los comentarios de este análisis. Los ganadores serán anunciados el próximo viernes 3 de febrero, en nuestra sección quincenal de Bazar Geek. ¡Suerte a todos(as)!

Calificación final: Level 9 - Joya atemporal, una verdadera obra de arte

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Pablo Vargas - Ingeniero industrial. Director y fundador de Revista Level Up. Autor de la novela “El Hombre de la Rosa Negra” (ULACIT, 2009), el microrrelato “Un café para celebrar” (Editorial Costa Rica 2012) y el blog "Rincón de un escritor". Actualmente se encuentra trabajando en su nueva producción "Nueve minutos para la media noche" y escribe regularmente en los blogs de la casa de 89decibeles, la revista IT Now y el periódico 'La República'.

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